Podríamos empezar a enumerar las razones que tenemos para visitar la provincia de Burgos y no acabaríamos nunca. Una de ellas es el inmenso patrimonio cultural y arquitectónico que tiene, y aquí toca hablar de los monasterios. A continuación te proponemos un recorrido por cinco de los monasterios burgaleses más recomendables, un interesante paseo por nuestra historia.
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Monasterio de las Huelgas
Nuestro viaje empieza en la propia ciudad de Burgos, donde nos topamos con el Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas. Alfonso VIII y su esposa Leonor Plantagenet ordenaron su construcción, unas obras que se alargaron entre los siglos XII y XIII. Se trata de un monasterio cisterciense femenino, donde todavía hoy podemos comprar los productos que fabrican las monjas que lo habitan.
La cosa no acaba aquí, ya que también puedes hospedarte un máximo de 8 días en el monasterio. Se pueden hacer visitas guiadas por un conjunto que la iglesia, la zona de clausura y el propio monasterio. También es interesante la visita su Museo de Ricas Telas, con una colección de piezas procedentes del ajuar funerario de reyes e infantes castellanos de los siglos XII a XIV.
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Monasterio de Santo Domingo de Silos
Seguramente sea el más famoso de los monasterios burgaleses. Tienen sus orígenes en la época visigoda, aunque no hay pruebas documentales de ello. Con la reconquista se recuperó la vida monástica, aunque en el siglo X los ataques de Almanzor lo dejaron en ruinas. En el 1041 Santo Domingo emprendió la restauración del monasterio y la vida monástica, que recuperó el señorío y, a su muerte, se convirtió en centro de peregrinación.
Lo que ha llegado a nuestros días es una espectacular abadía benedictina, donde destaca el claustro de finales del siglo XI con sus icónicas galerías. A partir del siglo XVI empezaron una serie de obras y modificaciones que afectaron elementos como la iglesia, que quedó inacabada. Tras la desamortización se vació y su patrimonio se repartió entre varios museos, aunque en 1880 se recuperó con la llegada de unos monjes franceses.
Cartuja de Miraflores
A solo 3 km. de la capital está la Cartuja de Miraflores, fundada en 1442 por Don Juan II de Castilla y León aunque desarrollada casi en exclusividad por Isabel la Católica, hija del monarca. Tras unos años de olvido, se han recuperado la puerta de la iglesia, su retablo, los sepulcros reales, las vidrieras originarias de Flandes o las tres capillas laterales, donde se exponen desde mirales del siglo XVII a obras de Sorolla o Berruguete.
En estas tres capillas también encontramos manuscritos o libros de la biblioteca privada de los monjes. En la actualidad todavía queda una veintena de monjes viviendo en la Cartuja, construida sobre un antiguo palacio de caza. Debido a sus votos los monjes no pueden ofrecer visitas guiadas, de ahí que se recomiende comprar una guía a la entrada de la Cartuja -que es gratis-.
Monasterio de San Pedro de Arlanza
Hasta nuestros días solo han llegado las ruinas del que fue uno de los monasterios más importantes no solo de Burgos, sino de toda Castilla. Fundado en el año 912 junto al río Arlanza por Fernán González, entre sus restos todavía reconocemos la iglesia, su torre del siglo XII o el claustro, además de otras dependencias monacales.
Como otros tantos monasterios fue abandonado tras la Desamortización en el siglo XIX, lo que dio paso al expolio de sus elementos más interesantes. Aquí reposaron hasta 1841 los restos del Conde Fernán González y su esposa Sancha, pero con la Desamortización fueron trasladados a la Colegiata de Covarrubias.
Monasterio de Santa María de Rioseco
Ya solo nos quedan las ruinas de este monasterio que en 1236 se reconstruyó después de que unos años antes una crecida del Ebro arrasase el monasterio primitivo. Los monjes blancos del Císter lo habitaron durante siglos hasta su exclaustración definitiva en 1835, tras varias exclaustraciones temporales. Desde entonces está abandonado.
Sin embargo, y pese al expolio que sufrió, sus restos son todavía muy importantes y se reconocen el claustro, la iglesia gótica con sus bóvedas o los accesos. La vista desde el Ebro al Monasterio es casi de película. Desde 2010 se han puesto en marcha una serie de actividades e iniciativas para recuperarlo, y en verano se hacen visitas guiadas gratuitas aunque podemos visitarlo por nuestra cuenta los 365 días del año.
¿Y el monasterio de San Salvador de Oña? Su página no se aparta de los tópicos y no aporta aire fresco. Y eso ocurre cuando se recomiendan cosas desde el despacho.